El stock ovino en Australia se estima en 74,2 millones de cabezas a junio de 2025. Las condiciones climáticas negativas en Australia del Sur, Victoria y el sur de Nueva Gales del Sur han elevado la faena de corderos y un marcado aumento en la salida de animales adultos. Con una mejora climática prevista, se espera que la retención de hembras crezca a lo largo de 2026, sentando las bases para una reconstrucción gradual de la majada.
La historia muestra la resiliencia de la producción de corderos tras los períodos difíciles. Luego de las fases de liquidación, los promedios de producción tienden a aumentar a medida que los rodeos se vuelven más eficientes: se descartan los animales de menor rendimiento y los productores conservan y multiplican la genética que aporta mejores tasas de señalada, mayor velocidad de crecimiento y mejor conversión alimenticia.
Este patrón fue claro tras la sequía de la década de 2000, cuando la posterior recuperación alcanzó un nivel de producción promedio 25% superior al previo. Las proyecciones de Meat & Livestock Australia (MLA) apuntan a una consolidación similar (en torno a 23%) en los años posteriores al período seco que finalizó en 2019. MLA prevé una reconstrucción moderada en 2026, con una caída de aproximadamente 4% en la producción de corderos respecto al récord de 2024, y nuevos máximos hacia 2027 a medida que se recuperen los volúmenes y los pesos.
El peso de carcasa es el “motor silencioso” detrás de esta resiliencia. En las últimas dos décadas, el cambio estructural desde sistemas Merino orientados a lana hacia razas destinadas a la producción de ovina ha impulsado un aumento en los pesos de faena.
El peso promedio de carcasa de cordero ha pasado de unos 20 kg a comienzos de los años 2000 a unos 25 kg en la actualidad. La baja registrada en 2023–24 reflejó la menor calidad del forraje en partes del sur, que llevó más corderos sin terminar al mercado. Con la mejora de las condiciones estacionales, se prevé una recuperación de los pesos durante 2026 y 2027.
